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Luz y Destellos

Noche de luna nueva.

Sólo hacían posible la visión los faroles de la calle.

Lucía con su paso corto y rápido, no percibió que se había alejado del centro.

Las farolas desaparecieron.

Sus ventanas naturales se abrieron para captar el leve hilo de luz que provenía de las viviendas.

Su andar era cada vez más presuroso y tenso. Fue detenida por una mancha luminosa sobre las baldosas. Era de una forma extraña. Cada pequeño espacio poseía una tonalidad diferente.

Se modificaba como si fuera una ameba. Llegó a un estado de éxtasis en el que creyó oír las variaciones de las tonalidades.

Trataba de descubrir de dónde provenía y cuál era su origen. Agitó la cabeza de derecha a izquierda buscando de dónde venía tan maravillosa música de luces y sombras. De repente, se esfumó.

Su corazón latió fuerte. Como queriendo abandonarla. Nuevamente apareció.

Así una y varias veces.

Hasta que pudo seguir el haz luminoso y vio un espacio en forma de flor, con cristales de colores. Vitrales, se dijo.

Caminó hacia allí, pero nunca llegaba.

Hasta que su proximidad fue real ¿qué había hecho desaparecer el hilo de luz?

Así se quedó con sus luceros fijos en ese ámbito multicolor.

Cuánto tiempo. No se sabe.

El dentista le anunció que la intervención había resultado todo un éxito.

Algunas indicaciones terapéuticas.

Hasta la próxima, Lucía.

Publicado en “Papemor, Poesía y Cuento”, Antología, Ediciones Patagonia, Buenos Aires, 2010 pág. 44

Autora del dibujo Pespir

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