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Amaneció y se hizo de noche



Para Nacho, esa impronta fue siempre un sentimiento oculto que en algunas oportunidades luchaba por emerger pero nunca se transformaba en una decisión clara y siempre terminaba por desechar.

Desde que tenía uso de razón, a pesar de pertenecer a una clase social alta, no sabía por que, sentía que algo de esa vida era prestado.

Su padre, un empresario importante, su madre, pintora aficionada y su hermana dos años menor llamada Silvina era toda su familia.. Una familia como todas, con sus errores y sus aciertos.

No tenía en realidad nada especial que decir de ella Más allá de las quejas comunes de los hijos. Un padre que siempre tuvo poco tiempo para la familia pero que nunca faltó a los acontecimientos importantes, una madre insoportable durante su adolescencia con respecto a los horarios y el orden, una hermana a veces insufrible, otras su compinche en mil travesuras y ahora una compañera incondicional. Nada de que quejarse: una familia común.

Nacho había terminado su carrera de Ciencias de la comunicación y estaba buscando trabajo. No quería entrar en la empresa de su padre, aunque ese fuera el camino más fácil para enfrentar al futuro con seguridad.

El camino elegido le traía algunos problemas, ya que a pesar de que se sentía libre de tomar el que quisiera, fue una decisión un poco inesperada por tratarse del único heredero varón de la familia.

Y la verdad es que, él tampoco conocía a fondo el motivo que lo impulsaba Andrés Barjo su analista desde hacía mas de un año trabajaba justamente sobre eso tratando de encontrar en su paciente el verdadero motivo que lo impulsaba.

En una de sus sesiones Nacho contó un sueño en el cual encontraba a su padre llorando, y comenzaron a analizarlo con algunos resultados. Inesperados por cierto

Fue el día en que Nacho hizo una reflexión:

—Lamento desilusionarlo A veces pienso que no soy su hijo.

Este pensamiento inesperado dio un giro al análisis.

— ¿Por qué pensás que quizás no seas su hijo?

—-.Porque somos muy distintos, en todo, contestó.

— ¿Y si le preguntaras? , contestó el analista. A esta altura ya no te va a mentir.

—Es ridículo. Yo soy su hijo.

Dos meses después se decidió a hablar con su padre, convencido de que así se sacaría una mochila que desde que apareció le molestaba demasiado.

Fue una conversación rara, intensa y emocionante.

Con lágrimas en sus ojos, después de un largo silencio, escuchó con asombro lo que contrario de lo que esperaba oír

—Es verdad le dijo, no eres mi hijo biológico y muchas veces quise decírtelo pero tu madre se opuso. En realidad la mujer que te dio a luz fue una empleada de la casa de mis padres, una muchacha salteña, criada en el campo, muy joven que dijo no poder hacerse cargo de tu cuidado. Nosotros queríamos un hijo que tardaba en llegar y decidimos adoptarte .Además te inscribimos con nuestro apellido .Ella se llama Carmina Fuentes.

— Para mí siempre serás mi hijo.

Nacho no contestó. A pesar de plantearse muchas veces esa posibilidad, enfrentarla le resultaba muy difícil de asimilar.

Pasó otro lapso de tiempo importante, donde hubo charlas, algunos reproches y mucho dolor. Finalmente Nacho resolvió viajar y conocer a su madre. Su padre la contactó y le dio la dirección.

Decidió viajar en auto y solo. Después de dos días y varias paradas en el medio estaba llegando a Salta. En la radio se escuchaba a una zamba: “Un degüello de soles muestra la tarde… “decía la canción mientras él se deleitaba con un paisaje de acuarela que el destino quiso que no fuera suyo.

Era casi el atardecer cuando llegó al lugar indicado. Un pequeño pueblo al pie de una montaña. Una casa humilde y un muchacho de unos veinte años alimentando a unas cabras.

Se acercó a él y preguntó por Carmina El chico asombrado por el arribo de un auto tan caro Gritó: - Ma!! Te buscan

Carmina, una mujer joven aún pero sencilla y un poco gastada salió de la casa secándose las manos en su delantal-

—-Hola, dijo Nacho vos sos Carmina? Yo soy tu hijo. Me llamo Ignacio, me pusieron el nombre que pediste cuando me dejaste en Córdoba.

La cara de la mujer transmitía confusión y sorpresa. Nadie le había avisado de esta visita. Finalmente habló:

— Así se llamaba mi padre. Por fin te veo. Tantas veces te pensé..

Nacho más o menos pensaba lo mismo Finalmente podía ver su cara tantas noches imaginada. Una cara tan linda pero tan triste, pensó el muchacho.

—Pasá, le dijo la mujer, se que debes odiarme.

—No, no te odio. En realidad no tengo ningún sentimiento que nos una. Simplemente no entiendo como una madre puede desprenderse de un hijo tan fácilmente.

—Se puede pero no es tan fácil como crees. Jamás dejé de pensar en el hijo que no tenía a mi lado. Tu madre, tu otra madre, aclaró. me mantuvo siempre al tanto de tu vida. Fue muy generosa.

En ese instante Carmina se levantó y sacó una caja de un mueble. En ella guardaba fotos de todos los cumpleaños desde el primero hasta el último, de sus fiestas de egresado, del día que consiguió su título y muchas más.

Nacho no entendía.

—Mi madre nunca me dijo nada hasta ahora y vos nunca sentiste la necesidad de buscarme.

—Es verdad. Saber que te querían, te cuidaban y que ibas a tener el futuro que yo no podía darte era una barrera que me impedía hacerlo .Después me casé con un buen hombre y tuve otro hijo. Pudimos darle la oportunidad de que tenga un secundario, pero ya lo has visto y podes compararte.

—¿Como se llama?

—Eugenio, como tu padre biológico. Un buen hombre que mató la guerrilla.

—A la verdad no se le puede mentir. Te das cuenta que elegiste el nombre de tus dos hijos?

— Es cierto dijo Carmina y una sonrisa se dibujó en su rostro. En ese momento Nacho sintió ternura por ella. Le quedaba bien esa sonrisa.

— Me gustaría ayudarlo, dijo y me gustaría que nos mantengamos en contacto.

— No estoy de acuerdo. Prefiero que esto quede entre nosotros y que no regreses. Me alegro de ver que no me equivoqué cuando tomé la decisión de dejarte con la familia que te crió. Esto es hoy ahora y nunca más.

— Pero… Nacho intentó decir algo más.

—Sin peros.

—-Bueno, si así lo querés, me iré. Se levantó y salio de la casa sin saludar.

Cuando pasó al lado de Eugenio sacó una tarjeta y le dijo. Soy un amigo de la familia desde hace veinticinco años. Cuando necesites algo no dudes en llamarme. Guarda la dirección y no lo comentes con nadie.

— No se que querés decir, de todos modos, gracias

.La voy a guardar, pero ya va a oscurecer, no querés pasar la noche aquí y salir al amanecer?

—- No, esta vez sería como pensar: Amaneció y se hizo de noche. Lo abrazó y se despidió diciendo:

— Chau hermano.

Eugenio lo vio partir y guardando cuidadosamente la tarjeta se juró averiguar que estaba pasando delante de sus ojos..

Carmina, encerrada en su cuarto lloraba amargamente.

Nacho un poco sorprendido, un poco triste y un poco aliviado sintió que en la vida cada uno hace lo que puede y él tenía una familia que lo quería y a quien querer y un hermano a quien ayudaría de corazón si él tenía la valentía de buscarlo.

El sol se escondía detrás de la montaña.

Mañana sería otro día, el primer día de una nueva y auténtica vida.

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