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Por compartir


Así fue que un día compartí un breve texto, en el Face. A mi juicio contaba con la autoría lúcida de alguien que reflexionaba sobre la realidad. Confieso que admiro esas comparaciones que aparecen como contradictorias y nos hacen ese ruidito en la cabeza que nos deja pensando. Este breve, brevísimo texto expresaba un sentir, yo diría un color, una forma de ver la vida y lo hacía luciendo, sin ofender, más bien en tono irónico. Denotaba una visión general dicha desde un particular ejemplo. Lo macro desde lo micro. El contenido como reflejo del continente. No tenía groserías, cosa que yo valoro mucho.

Pensé que era una de esas reflexiones condensadas que me hubiera gustado que fuera de mi creatividad. Pero no, ahí estaba esa mañana cuando la encontré en el Face. Y no era mía. ¡Que vuele!, ¡Que planee!, ¡Que quien quiera leerla la lea! ¡Que quien quiera compartirla la comparta, si le gusta! ¡Y si no le gusta que la anule!- Me dije

¿Vieron que en el Face hay un cuadrito de diálogo para comentar? ¿Se dieron cuenta que no es de carácter imperativo? Hay quienes comentan siempre. Al menos a mí, me sucede que en oportunidades leo cosas que me gustan y cliqueo “me gusta” ahí donde hay una manito con el pulgar para arriba. Siempre pensé que debiera haber un pulgar para abajo para los “no me gusta”.

Cierto es que como nunca me distinguí por la comunicación, pues la palabra no es mi fuerte, pocas veces cliqueo “comentar”. Jamás me sentí conminada a comentar y ¡como soy un tanto reprimida! mucho menos comentaría con el agregado de blasfemias, groserías y esas cosas. ¡Qué sé yo! Prefiero no pelearme por escrito con nadie, ni conocido ni desconocido. Eso sí, tampoco me gusta pelear en vivo. Es decir no me gusta pelear, en términos generales.

Sin embargo muchas veces cliqueo la flechita de “compartir”.

Pero sí, hay cosas que cuando las leo a través de mi cristal (digo mi cristal pues la vida me enseñó que cada quien mira o interpreta al mundo desde una restringida mirada propia, con lo que tiene y como puede), hay cosas- digo- que cuando las leo no me gustan, que ofenden esa mirada mía del mundo. Y yo defiendo esa mirada, por la sencilla razón de que es mi mirada del mundo. Y cuando los textos contienen palabras agraviantes para con hechos o personas que me representan, bueno sí, reconozco que agravian también a mi persona. Al menos es lo que yo siento. Entonces no lo comparto.

A veces me pregunto si hay personas que necesitan menospreciar a otro, al otro, a su par.

Pero en oportunidades, como el caso del breve texto del que estoy hablando, comparto.

Y todo sigue, o mejor dicho ahí comienza. Está quien se sorprende al leerlo y se manifiesta muy escuetamente con un “Ohhhhh….”.Está quien se expresa con el pulgar para arriba para un “me gusta”. Eso no es todo, también percibo la intervención dispar, esa que enturbia groseramente, en la que está la opinión pero también está la agresión innecesaria. La ofensa que me ofende, que ofende “mi mirada”. Me apeno. Me pongo reflexiva. Rememoro y sí, estas disparidades están presentes en toda acción humana. Huelo la heterogeneidad, hace ruido saludable –Pienso. Pero presumo que al menos es raro que un halo de odio, que apareció en aquel primer comentario, estuviera ligado con un hermoso deseo de ilusión y bienaventuranza como aparece más abajo.

Claro que esto no queda acá, porque algún otro lector agrega lo suyo y con un tinte fuerte, quizás en respuesta, quizás. Quizás en defensa, quizás.

Entonces hubo ataque –hipotetizo.

Concluyo, con escasa perspicacia: las agresiones provocan agresiones.

¿Podría ser de otro modo? –Me pregunto.

Y sí, ¡se podría saludar con una reverencia a quien nos agrede! Agradecerle su clarividencia y aprender de su saber superior autoreconocido.

¡Eso es! Quizás algunos crean que nos pueden agraviar y ¡chist! Calladitos nos deberíamos quedar.

¿Quién fue que puso la nariz donde no lo o la llamaron? ¿Quién voló como lanza para herir?

Mi vecino de la esquina diría ¿Cuál hay? ¿No puedo compartir mi opinión cuando mi opinión no te gusta?


Lo cierto es que pregunto, pero lo que busco no es la respuesta, digo la respuesta concreta. Pues ya la conozco. Es sólo una estrategia para escribir. Hacía seis meses que no podía hacerlo y acá estoy con un bolígrafo en mi mano, disfrutando de mi libertad, le guste a quien le guste, comente quien comente y comparta quien comparta.


El texto se trata de una ficción, cualquier similitud con la realidad es pura coincidencia.

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