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Ya no es...



Ya no es..., el por qué aconteció lo que sucedió; ahora es..., el silencio que invade tus ojos cuando te observo.

Ya no es..., cuánto lastiman el corazón las voces que del pasado retumban; ahora..., son las consecuencias de este futuro cercano.

Ya no es..., haber gritado a viva voz mi odio enfermo; ahora es..., la desolación que me acecha la noción, cuando en las noches desciendo a los infiernos.

Ya no es..., haber querido; ahora es..., el incienso y las lagrimas que se consumaron impregnadas en el asfalto que camino día a día.

Ya no es..., la voluntad de volver a arremeter contra las batallas de la vida; ahora es..., hasta cuándo seguirá esa lucha eterna.

Ya no son..., los días claros de ayer; ahora..., las dudas se multiplican como penas sin gloria en la historia del mundo.

Ya no es..., haber partido del error; ahora es..., haberme alejado tanto junto a la pena que llevo conmigo.

Ya no es..., haber sido sincero en esta vida; ahora..., me encuentro pagando las consecuencias del equivalente accionar.

Ya no es..., haber llorado un pasado; ahora es..., llorar un futuro en blanco y negro.

Ya no son..., los motivos; ahora es..., este vacío que acecha capturarme.

Ya no es..., haber temido a la superstición; ahora es..., temerle a los hombres del hoy.

Ya no es..., la libertad; ahora es..., un concepto oficialmente figurativo y literalmente desvastado en la práctica de cada día.

Ya no es..., un día de lluvia; ahora es..., un diluvio universal.

Ya no es..., haber creado novelas; ahora es..., narrar en todas ellas una parte de mi vida.

Ya no es..., haber gozado; ahora es..., meditar en ese concepto de disfrute olvidado en el tiempo.

Ya no es..., haber intentado; ahora es..., computar cuantas bajas posee mi ejército sentimental.

Ya no es..., haber sucumbido en el qué dirán; ahora es..., merodear en lo pasivo de mis complejos temperamentos.

Ya no es..., haber sido correcto; ahora es..., pensar si verdaderamente merezco el cielo.

Ya no es..., querer ser lo que idealmente deseaba; ahora es..., enmendar la imagen que realmente muestra mi ser motivador de espíritu, cautivador de sensaciones profundas.

Ya no es..., preguntar y repreguntar; ahora es..., formular un mito que justifique mis interrogantes, y que salvaguarde mis miedos a desvanecer sin una verdad.

Ya no es..., haber omitido expresar mi cariño; ahora es..., temer que hayan olvidado mi amor brindado.

Ya no es..., haber creado un universo literario; ahora es..., el desasosiego a perderme en él, lo que me asfixia la agonía de mis sueños.

Ya no es..., querer menospreciar a los gigantes; ahora es..., espantarme de sus pisadas.

Ya no es..., correr junto al tiempo despiadado; ahora es..., rogar no ser absorbido por el remolino del pasado presente y futuro.

Ya no es..., un imperio europeo; ahora son..., las bombas atómicas.

Ya no es..., un río de sangre; ahora es..., la naturaleza quien acecha.

Ya no es..., la voluntad del hombre; ahora son..., las suplicas por piedad a un ente superior.

Ya no son..., las flores del mañana; ahora son..., los momentos en que la paradoja me abruma y me niega su retiro, me racionaliza, pero me retiene al mismo instante, lo que me constituye sobriamente acorde, sobre dimensiones imperfectas e irracionales.

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