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De esto se trata


Me tomé el atrevimiento de hablarles en pri­me­ra persona a varios de mis alumnos porque siento que sus historias me acompañan siempre, porque veo en cada joven una mirada llena de preguntas que no han tenido respuesta y que si­guen en una espera agotada, sudada, infinita…


Los poemas describen una realidad que las per­sonas comunes desconocen, una realidad incómoda, que gasta, que consume las fuerzas de que­rer cambiar el mundo. Seguramente, la ri­ma no abunda en estos textos, pero está pre­sen­te en mis sentimientos, porque me produce un choque interno con el que tengo que lidiar. Yo sigo creyendo en utopías, aunque esa ver­dad me pone un pie encima cada día.


Sé que nada de lo que me sucede es ca­suali­dad y por eso me empeño en realizar mi trabajo, no solo con amor, sino con profesionalismo.


Los pensamientos, las reflexiones que pr­e­sen­to, son una cara, desde mi mirada de cinco años de trabajo como docente de adolescentes en contextos de encierro, pero no deja de ser la mi­­rada de quien puede entrar y salir todos los días de allí y de quien elije entrar todos los días.


Me preocupa muchísimo que la mayoría de los jóvenes no tengan esperanzas, que crean que no pueden vivir de otra manera que no sea me­diados por el delito, la marginalidad y la droga, que sean padres muy jovencitos para sentir que algo es de ellos, que les pertenece realmente.


Siento que tengo la oportunidad que me ha dado esta profesión de seguir aprendiendo con mis cinco sentidos.


En mi libro anterior sobre esta temática “Historias encerradas”, presenté historias rea­les de distintos jóvenes. En esta oportunidad tu­ve la necesidad de escribir ideas que me fueron surgiendo en forma de pequeños poemas. La mayoría fueron realizados durante la última ho­ra de clase cuando los jóvenes trabajaban con las netbooks y yo podía mirarlos desde otro cos­tado, charlar de otros temas distintos de los con­tenidos escolares.


Espero que este libro nos acerque, ya que so­mos muchos los que estamos del otro lado.


Tengo, como escribe Úrsula Le Guin en “Historias de Terramar” “el corazón en tu­mul­tuosa confusión”…


I

Se escuchan

golpes

en las paredes,

retumban

en las puertas

de hierro.

Se mezclan con las risas

de empleados

y operadores.

No se sabe

qué pasa,

pero es el preludio

de lo que,

seguramente…

sucederá.

II

Dejadez.

Desidia.

¿Qué se hace?

III

Personas

con títulos.

Profesionales

que no actúan

cuando deben,

que creen saber

qué sucede

y no pueden

proceder.

IV

Paredes que gritan.

Paredes que hablan

desde sus escritos.

Pisos calefaccionados,

pero fríos,

aberturas

sin puertas

porque se arrancaron

en una pelea.

Poca luz y techos altos.

Ventanas que recuerdan

que la libertad

está lejos,

está ausente.

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